28 de octubre de 2011

Fallece Victoria Espejo Ruiz, misionera montillana

Ha fallecido VICTORIA ESPEJO RUIZ, Esclava del Sagrado Corazón de Jesús, de 44 años, natural de Montilla, enviada a la misión el 26 de diciembre de 1.996, estaba en Luena,Angola, desde donde nos escribía:

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“Cuando llegué aquí me encontré con una situación que me superaba, me impresionaba, a veces me bloqueaba, otras me daba complejo de "salvadora". Lo que más me impresionaban eran las carencias materiales: el hambre, la falta de sanidad básica, la falta de infraestructuras, la gente deambulando por las calles, la falta de escuelas, de hospitales…, la violencia, el miedo…, la gente no vivía, sino que “sobrevivía” a una situación desde mi punto de vista inhumana, de la que ellos no son culpables.

Empecé viviendo una serie de incomodidades a las que no estaba acostumbrada (falta de luz, tiros,...) y hasta me sentía un poco heroína porque "yo hacia el gran esfuerzo de vivir como la gente" cosa que era mentira, porque siempre viví mucho mejor que ellos, ya que nunca nos faltó lo básico. También pasé por una etapa de creer que yo había venido aquí para solucionar los problemas de la gente, lo que me hizo sentirme un poco fracasada, porque no podía resolver todo y por mucho que trabajaba, cuando se hacía una cosa se veía otra necesidad todavía mayor...

Pienso que fue necesario pasar por todo esto para descubrir cuál era mi verdadera misión aquí, que teóricamente sabía desde el noviciado. Yo soy esclava y mi misión es anunciar el amor personal de Jesucristo, es decir, querer a la gente y que la gente se sienta querida, y QUERIDA con mayúscula, por el Señor. Y esto tenía que traducirlo en cosas concretas.

Una era en la escuela. La educación, la formación puede transformar una sociedad. No es sólo que la gente coma y no se muera, sino también que tenga posibilidad de pensar por él mismo. Yo venía de Huelva donde muchas veces las alumnas se quejaban en la clase de que les llegaba el reflejo a la pizarra y no veían bien. Aquí yo tenía una clase sin pupitres, casi sin luz, con una pizarra de cemento que casi no veía lo que se escribía, no había ni servicios ni agua. El contraste era demasiado grande.

Lo primero era luchar por mejorar y dignificar las condiciones de estos niños que querían aprender y no tenían posibilidades. Hoy con la ayuda de mucha gente tenemos una bonita escuela. No sólo con nuestro trabajo aquí sino con la generosidad y el trabajo de muchas personas de ahí.

Cuando salí de España estaba empezando la reforma y había una gran oferta de libros de diferentes editoriales, llegué aquí y no había ninguna, ya eran difíciles los cuadernos.

Yo cada día estoy más convencida de que Dios quiere que seamos felices. Y la felicidad no está sólo en tener la barriga llena y saber alguna cosa, aunque son indispensables.

Ahora sería necesario situarse en la realidad que aquí se vive. Hoy ya no tenemos guerra, pero hace sólo un año, quiero decir que toda la población de Angola es fruto de un ambiente de guerra con lo que eso genera de odio, violencia, desconfianza, mentira, rencor, muerte… No se puede describir y es impresionante escuchar a la gente contarte sus experiencias.

Dicen que la vida está llena de sueños, pues bien también sueño con tener en la escuela algún psicólogo que pueda ayudar a tantos niños y jóvenes a rehacer sus vidas.

El gran desafío es no perder la esperanza en ningún momento, aunque la vida no sea tan fácil.

v Vivimos en la gran esperanza de que la paz sea una realidad consolidada, que tiene que empezar en las familias y en la escuela.

v Vivimos en la gran esperanza de que la gente viva más dignamente.

v Vivimos en la gran esperanza de que ese espíritu de solidaridad africana sea una realidad cada día más fuerte.

Ahora también os quiero invitar a vivir la ESPERANZA. Pero una esperanza activa, viva, que realmente y por experiencia digo que nos hace vivir felices pero no nos deja tranquilos en un sillón.

En la vida las cosas no se improvisan y cada día estamos a tiempo de amar, de servir, de dar y de darnos, no es cuestión de esperar para mañana, ni de medirnos para no gastar mucho y que dure más tiempo, que puede ser tarde. Es otra de las cosas que aprendí aquí. Las personas, acostumbradas a vivir en la guerra, a huir, a esconderse y a ver morir a los suyos, saben que existe el presente y hay que aprovecharlo ahora, mañana puede ser tarde.

Aquí hay un lugar y una misión que os acoge y que os necesita y con la que siempre podéis contar porque todos necesitamos de todos. En Angola estoy viviendo a tope, es cierto, pero también recibiendo mucho.

Os invito también a contar con Jesucristo en vuestras vidas, no va a evitar las dificultades, no nos va a hacer la vida fácil, ¡pero es tan bonito en los momentos más decisivos de nuestra vida saber que no estamos solos!

También os invito a ser generosas, a entregaros en la medida de vuestras posibilidades y no os quedéis sentadas delante del ordenador dejando que la vida corra.

Y dicen que los misioneros siempre piden, os pido que compartáis conmigo esta misión, primero desde la oración y después desde los sueños y luchando y contribuyendo para que estos sueños se hagan realidad también con la economía”

Victoria Espejo Ruiz

Esclava del Divino Corazón de Jesús

Angola