5 de octubre de 2010

COLABORACIÓN SEMANAL DE D. ANTONIO EVANS,
DELEGADO DE MISIONES EN CÓRDOBA
Semana del sacrificio y dolor compartidos (10/10/2010)

El Papa Benedicto XVI nos recuerda en su Mensaje para el Domund’10 la petición que algunos griegos le hicieron al apóstol Felipe: «Queremos ver a Jesús» (Jn 12,21). La misma petición resuena también en nuestro corazón en este mes de octubre, que nos recuerda cómo el empeño y la tarea del anuncio evangélico le corresponde a la Iglesia entera, «misionera por su naturaleza» (Ad gentes, 2), y nos invita a hacernos promotores de la novedad de vida, hecha de relaciones auténticas, en comunidades fundadas en el Evangelio. En una sociedad multiétnica que cada vez experimenta más formas de soledad y de indiferencia alarmantes, los cristianos deben aprender a ofrecer signos de esperanza y a convertirse en hermanos universales, cultivando los grandes ideales que transforman la historia y, sin falsas ilusiones o inútiles miedos, comprometerse a hacer que el planeta sea la casa de todos los pueblos.
Como los peregrinos griegos de hace dos mil años, también los hombres de nuestro tiempo, quizás no siempre conscientemente, piden a los creyentes no sólo que “hablen” de Jesús, sino que “hagan ver” a Jesús, hagan resplandecer el Rostro del Redentor en cada ángulo de la tierra ante las generaciones del nuevo milenio, y especialmente ante los jóvenes de cada continente, destinatarios privilegiados y protagonistas del anuncio evangélico. Éstos deben percibir que los cristianos llevan la palabra de Cristo porque Él es la Verdad, porque han encontrado en Él el sentido, la verdad para sus vidas.
Efectivamente, como reza el lema del Mensaje: “La construcción de la comunión eclesial es la clave de la misión”.
Iniciamos la semana del sacrificio y dolor compartidos observando la dura realidad de un mundo que sufre la marginación, la exclusión, el desprecio, la división. Pero observamos también esos enviados del amor del Padre, nuestros misioneros, que comparten sus alegrías y penas, sus sufrimientos y anhelos; ellos son la prueba de que el Reino ha llegado.