Hoy
estamos de vuelta de Argentina a Paraguay. Hemos pasado tres días en
la Misión de las hermanas Obreras del Corazón de Jesús en Puerto
Wanda, en la región de Misiones de Argentina.
En
estos días hemos estado compartiendo con las hermanas y el sacerdote
que atiende esta región, el padre Darío, acercándonos a algunas de
las comunidades a las que asisten. Además de atender en la pastoral
a todas estas comunidades, las hermanas están a cargo de una
guardería a donde acuden gran cantidad de niños, muchos de ellos en
busca de comida que en sus casas no les pueden dar.
Esta
misión se encuentra en zona minera de extracción de piedras
preciosas y cuenta con muchas pequeñas comunidades y otras nuevas
que se están formando sin las mínimas condiciones
higiénico-sanitarias. La tierra aquí es de color rojo intenso con
gran porcentaje de arcilla y que realza el verde exuberante de la
vegetación. Aunque así contado parece plásticamente muy bello,
esta tierra presenta un grave problema para el desarrollo de la vida
vecinal. Solamente las principales calles se encuentran pavimentadas
con piedras irregulares, por lo que la movilidad es muy dificultosa
en cuanto llueve, y precisamente en esta zona llueve en todas las
épocas del año. Tampoco son posibles huertos de hortalizas o
legumbres ya que esta misma arcilla no es apta para el cultivo. Es
por tanto una zona donde existe mucha población con muy escasos
recursos para vivir. Algunas de estas familias viven a la sombra de
las minas realizando artesanías con los restos de las piedras
semipreciosas y es normal ver a los niños apostados en los márgenes
de las calles de acceso a las minas con puestos en donde exhiben las
artesanías realizadas por sus familias.
En
estos días hemos visitado con las hermanas las comunidades de San
José Esposo en donde celebramos la Eucaristía en su pequeña
capilla y tras la cual compartimos un refrigerio con comida que había
traído la gente de la comunidad. Asistimos también con el padre
Darío a la celebración en la capilla de la comunidad de la Virgen
de Lourdes y al encuentro misionero con los jóvenes en Puerto
Esperanza. Celebramos también la Eucaristía en la parroquia de la
Inmaculada Concepción y en la capilla San José Obrero. En todas
estas celebraciones hemos sido recibidos con mucha curiosidad y
cariño por niños y mayores haciendo que nos hayamos sentido como en
casa y formando parte de una gran familia cristiana.
Agradecemos
de corazón la cariñosa acogida que nos han dado las hermanas Loli,
Isabel, Moira y Gladys y a nuestras queridas compañeras de misión,
las hermanas Ilda y Marcela.
Juan
Gómez-Luengo