«Un misionero es la presencia viva de Dios allá donde es enviado. Es el regalo que Dios hace
a los hombres. Es la Gracia
de Dios hecha carne. Un
misionero no existe, no es, porque el protagonismo lo tiene Cristo. El misionero está para hacer la voluntad de Dios que es servir y ser ofrenda»
«A
Antonio César no le quitaron la vida porque él ya se la había entregado a Dios»
Estas fueron algunas de las palabras de la homilía que
D. Antonio Evans, delegado diocesano de misiones, expresó en la misa de acción de gracias de Antonio
César Fernández que se celebró el pasado lunes
26 de marzo en la parroquia de san Nicolás de la Villa de Córdoba.
Familiares,
amigos y miembros de la delegación de misiones, así como el coro de la
parroquia, vivieron esta Eucaristía por este misionero salesiano, natural de Pozoblanco, que fue
asesinado el pasado 15 de febrero tras recibir tres
disparos durante un ataque yihadista perpetrado a 40 kilómetros de la
frontera sur de Burkina Faso cuando regresaba de Lomé (Togo) a su comunidad
Uagadugú junto a otros dos religiosos que pudieron sobrevivir al asalto.
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