28 de abril de 2020

JESÚS VIVE Y TE QUIERE VIVO

El próximo 3 de mayo, vamos a celebrar la Jornada de Oración por las Vocaciones, organizada por la Subcomisión de Seminarios de la CEE, la CONFER y CEDIS, y, unida a ella, la de Vocaciones Nativas, propia de las Obras Misionales Pontificias. Este año, todo va a ser un poco especial. La gran crisis del coronavirus nos está haciendo replantearnos muchas cosas y tiempos, y entre las dificultades que vamos a tener su celebración.

Si todos los años esta jornada, tan importante y bonita, es complicada de sacarla adelante…Este año, en el que no sabemos cuándo acabará realmente el confinamiento y la situación en la que las personas y familias van a quedar, vamos a tener que hacer un esfuerzo mayor por vivir este Domingo del Buen Pastor.

El lema ‘Jesús vive y te quiere vivo’ es el mejor resumen de lo que el Santo Padre desea transmitir a los jóvenes. Cristo no es un personaje del pasado, no es un ser lejano en el tiempo y en el espacio: es real, actual, interpelante, ¡está vivo! El Papa quiere dejar claras tres verdades fundamentales para los creyentes de hoy:

      - Dios te ama, a ti, en concreto, tal como eres, con tus limitaciones y proyectos.

      - Cristo, movido por ese amor, entregó su vida por ti, para salvarte, para darte vida.

      - Jesús está vivo; por eso está presente en tu vida, en cada momento.

Es una interpelación al corazón de los jóvenes a que vivan cerca del Señor y sientan su presencia en sus vidas y quehaceres.

La vocación es esa llamada concreta y “por su nombre” que cada uno recibe para seguir transmitiendo la vida de Cristo a los demás. Nuestra oración es necesaria para sostener la entrega de los llamados a una especial consagración –como sacerdotes, religiosos, religiosas o en institutos seculares– y pedir a Dios nuevas vocaciones.

Y, en este clima vocacional y de plegaria, debemos hacer sitio en nuestro corazón a las vocaciones locales de los territorios de misión, para orar también por ellas y ayudarlas en las dificultades económicas que obstaculizan su camino de formación. No dejemos que se pierda ninguna de estas vocaciones por falta de unos medios que nosotros podemos ofrecerles.

Ojalá de frutos aquí, con jóvenes vocaciones a la vida consagrada, misionera y sacerdotal, y en los territorios de misión, donde las vocaciones son muchas pero la posibilidad de darles una formación y una vida espiritual profunda y adecuada va a depender de la ayuda que nosotros podamos aportar desde aquí.

A. Evans