El
próximo 3 de mayo, vamos a celebrar la Jornada de Oración por las Vocaciones, organizada
por la Subcomisión
de Seminarios de la CEE ,
la CONFER y
CEDIS, y, unida a ella, la de Vocaciones Nativas, propia de las Obras
Misionales Pontificias. Este año, todo va a ser un poco especial. La gran
crisis del coronavirus nos está haciendo replantearnos muchas cosas y tiempos,
y entre las dificultades que vamos a tener su celebración.
Si
todos los años esta jornada, tan importante y bonita, es complicada de sacarla
adelante…Este año, en el que no sabemos cuándo acabará realmente el
confinamiento y la situación en la que las personas y familias van a quedar,
vamos a tener que hacer un esfuerzo mayor por vivir este Domingo del Buen
Pastor.
El lema ‘Jesús vive y te quiere vivo’ es el mejor resumen de lo que el Santo Padre desea transmitir a los jóvenes. Cristo no es un personaje del pasado, no es un ser lejano en el tiempo y en el espacio: es real, actual, interpelante, ¡está vivo! El Papa quiere dejar claras tres verdades fundamentales para los creyentes de hoy:
-
Dios te ama, a ti, en concreto, tal como eres, con tus limitaciones y
proyectos.
-
Cristo, movido por ese amor, entregó su vida por ti, para salvarte, para darte
vida.
-
Jesús está vivo; por eso está presente en tu vida, en cada momento.
Es
una interpelación al corazón de los jóvenes a que vivan cerca del Señor y
sientan su presencia en sus vidas y quehaceres.
La
vocación es esa llamada concreta y “por su nombre” que cada uno recibe para
seguir transmitiendo la vida de Cristo a los demás. Nuestra oración es
necesaria para sostener la entrega de los llamados a una especial consagración
–como sacerdotes, religiosos, religiosas o en institutos seculares– y pedir a
Dios nuevas vocaciones.
Y,
en este clima vocacional y de plegaria, debemos hacer sitio en nuestro corazón
a las vocaciones locales de los territorios de misión, para orar también por
ellas y ayudarlas en las dificultades económicas que obstaculizan su camino de
formación. No dejemos que se pierda ninguna de estas vocaciones por falta de unos
medios que nosotros podemos ofrecerles.
Ojalá
de frutos aquí, con jóvenes vocaciones a la vida consagrada, misionera y
sacerdotal, y en los territorios de misión, donde las vocaciones son muchas
pero la posibilidad de darles una formación y una vida espiritual profunda y
adecuada va a depender de la ayuda que nosotros podamos aportar desde aquí.
A.
Evans