22 de agosto de 2018

«TE LLEVAS MÁS DE LO QUE DEJAS» MISIÓN PICOTA 2018

Acompañado de tres personas increíbles, únicas y diferentes, que hacían de este grupo heterogéneo un gran equipo, el pasado 18 de julio comencé una nueva aventura en mi vida, una experiencia misionera, en la provincia de Picota, en Perú. Guiados por los sacerdotes D. Francisco Granados y D. Rafael Prados hemos ido descubriendo esta provincia de la selva peruana donde muchas personas viven la Fe de manera apasionante, especialmente los animadores de cada comunidad de católicos en los numerosos poblados.

Este mes destaca por el vivir en Cristo cada día, en las numerosas y variadas actividades que hemos realizado ya sea jugando, cantando, orando, pintando y rehabilitando iglesias, cocinando, dando catequesis, etc. Ha sido un mes de compartir nuestro tiempo, la alegría, las ganas de aprender, de cantar y más importante la Fe que nos une. Hemos tenido la suerte de poder compartirlo en diferentes y maravillosos lugares como en colegios, en los poblados y sus iglesias, en la peregrinación de jóvenes a Shamboyacu o en sus propias casas con los más mayores y los enfermos. Quiero resaltar el carácter inocente de los niños que transmitían una alegría y cariño que nos cautivaba a pesar de que llegábamos como completos desconocidos y además nos demostraban una gran generosidad con sus compañeros y familia.

Vuelvo al tópico de que “te llevas más de lo que dejas” pero siempre se cumple. He aprendido a apreciar la presencia del sacerdote y la suerte que tenemos de poder elegir un horario de misa ya que muchas comunidades disfrutan de su presencia y de la Eucaristía apenas tres o cuatro veces al año. En estas circunstancias aparece la figura del animador, alma de la comunidad católica, de los cuales he escuchado testimonios para no olvidar, motivados en su misión por una Fe tan fuerte que les hizo, en esta ocasión, llegar a un retiro de formación que supuso un viaje de un día para los más alejados caminando, a caballo o en “carro”. He visto en todos ellos la humildad y la sencillez. Te acogen y te dan todo lo que tienen. Realmente nos ven como hermanos, hijos de un mismo Padre.

Por tanto, a día de hoy tras un mes de misión en Picota me queda dar gracias. En primer lugar a Dios sin el cual no hubiese tenido sentido este viaje y a nuestra Madre María, pilar fundamental en esta experiencia. En segundo lugar, a la Diócesis de Córdoba, especialmente a la Delegación de Misiones por la dedicación y organización de esta misión, junto a los “padrecitos” por hacernos sentir como en casa y acompañarnos a lo largo de este mes. Y por último, a todas aquellas personas y nuevas amistades que han formado parte de esta misión creando algo especial e inolvidable. Muchas gracias.

¡Esperando poder repetir!

Pablo J. González Martínez


FOTOS MISIÓN PICOTA 2018